viernes, 8 de septiembre de 2017

Los sueños se van al traste cuando​aparece la separación... Cuando se siembra la duda, la incertidumbre sobre el futuro... Cuando el segundo hijo depende de qué tan incierto sea el padre
¿Nada, todo, algo ha cambiado todo esto que llamamos amor?
La inconciencia nos sucumbe inevitablemente en la justificación de la derrota, en la trampa de creernos un mar de pureza incomprendido en este mundo de insaciable podredumbre.


¿...Esperanza...? Si... Alguna, tal vez... La del milagro de Dios que todo lo puede en la fé que tanto le tiene... La de nuestro hijo que mira aún con luz en sus ojos...
La mía... que conserva incansablemente el romanticismo infantil aprendido tan fijamente en las películas de princesas sobre aquella transformación mágica a través del amor infinito que sólo pueden darse el uno al otro...

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