jueves, 1 de marzo de 2007

Cuando todo va así tan bien y queda como a mitad de camino, me dicen: en 15 minutos le puedo volver a prestar salón...
Eso pasa, si, eso pasa. Mientras pasan los 15 minutos yo me desahogo aquí frente al computador, escribiendo relativamente rápido para mi velocidad promedio en mecanografía, y no escribo por alguna razón aparente, solo escribo por que tengo mucha energía acumulada y debo dejarla salir para no estallar por dentro. ¿Vieja loca?, ¿porqué tendré tanta energía en este momento de reducida calma en la que solo pienso que tengo sueño y que tengo que hacer ese trabajo para mañana mismo?, ¿será que la locura usual que caracteriza a los de nuestro tipo, cada una en forma diferente, ya me está llegando...?... Sería genial, o no se, pero alguna vez quisiera saber qué se siente. Y bueno, la energía ya está empezando a cesar, ya estoy escribiendo con normalidad y me está entrando el frío con el que siempre ando a pesar del sol que últimamente hace por estos lados. Es esa ansiedad, es como esa botella de coca-cola cuando uno la agita fuerte pero no tiene por dónde salir, y finalmente estalla, se riega toda, y todo alrededor queda con el olor, y con el sabor. Mmm..., sabe rico, y hay que tomarla del vaso, porque el resto ya se desperdició. Pero vale la pena, vale la pena haber esperado hasta que estallara, hasta que ella misma decidiera buscar su propia salida, así se haya regado un poquito. No se si se entiende lo que quiero decir, de hecho yo misma no lo hago del todo, pero no importa, vale la pena, vale la pena haber esperado, y que se haya regado, y ahora estarla tomando en un vaso, porque sabe rico, sabe muuuyyy rico...