jueves, 17 de octubre de 2013

Estos poemas 
los desencadenaste tú, 
como se desencadena el viento, 
sin saber hacia dónde ni por qué. 

Son dones del azar o del destino, 
que a veces 
la soledad arremolina o barre; 
nada más que palabras que se encuentran, 
que se atraen y se juntan 
irremediablemente, 
y hacen un ruido melodioso o triste, 
lo mismo que 
dos cuerpos que se aman. 

Son dones del azar o del destino, 
que a veces 
la soledad arremolina o barre; 
nada más que palabras que se encuentran, 
que se atraen y se juntan 
irremediablemente, 
y hacen un ruido melodioso o triste, 
lo mismo que 
dos cuerpos que se aman.

Pedro Guerra.

jueves, 3 de octubre de 2013

La ilusión. Ella siempre es de lo más fantástica en mi mente. Sueña con viajes y días sentada a su lado viendo caer el sol. Se imagina tantas cosas del amor en tan solo un segundo, y me eleva muy alto, muy pronto. Siento que alcanzo a tocar el cielo en ese mundo que ella inventa, siento que saludo a Dios y le digo: hola; gracias. Y que me mira y sonríe, porque lo tengo a él a mi lado, a mi destino junto a mí.
Pero es esquiva la ilusión. Casi nunca llega a hacerse realidad, o se vuelve un juego en el que todo empieza bien y termina de un zapatazo al balón, pero fuera de la cancha. Fin, se acabó el juego. Y caigo; a veces siento que más profundo de lo que había empezado. Silvi dice que a veces cuando uno toca fondo sigue excavando para ver qué encuentra. Pero no hace falta, la desilusión me encuentra y finalmente cava conmigo, ella sabe que sí hay más fondo. Bien, vamos a dormir que el día y este pedazo de noche me quitaron todas las fuerzas.