jueves, 26 de julio de 2012

Primero me gustaba más tu ojo derecho, porque brillaba, era como perderse en ese amor. El café del fondo casi es innecesario, basta con demorarse un poco menos de un segundo para perderse con el brillo. Pero alguna vez quise ser justa y miré el izquierdo. Su fascinación está en la mancha diminuta que tiene el fabuloso fondo café. Me causa demasiada curiosidad.
Después de una eternidad de estar en él, el camino me dirije a las pecas que están entre la nariz y el centro de los pómulos; son increíbles: hay una que es más grande que las demás, pero aún así sigue siendo tan diminuta, como la hermanita mayor.
 Tu boca que no se cansa de besarme, siempre está presente. El labio de arriba es un poco más grande que el de abajo, y las curvas son perfectas. Rojos, como de fresa, sabor a tí. Dientes perfectos.

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