jueves, 3 de mayo de 2012

Soy más productiva en la madrugada. Sí. Soy más productiva en la madrugada. No como ahora que me siento a escribir tonterías, desplazando mis horas de comida, sueño y chamboneada de trabajos.
Soy más productiva en la madrugada, cuando te miro y no pienso en tí, cuando me despierto con la mente relativamente en blanco, después de haber esquivado una que otra pesadilla. Cuando el frío me sofoca en las cobijas y mi cuerpo se aferra a ellas para conservarse tibio. Cuando mi mente lucha por acallar el inconciente y despertar del letargo de unas pocas horas de sueño, y trata de arrancarme de la cama y sacudirse el cansancio. Soy más productiva en la madrugada, a pocas horas de la entrega de lo que sea y con los sentidos puestos completamente en un solo objetivo, sabiendo que es ahora o nunca, que después de ese momento ya no habrá nada de qué preocuparse.

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